La Única Verdad es un monstruo y uno de los pocos jefes de Silent Hill 4: The Room. Se trata de una versión más grande y poderosa del Wall Man. Se encuentra al final del nivel de la segunda visita al Mundo del Edificio, justo antes de proseguir por el último tramo de la Escalera de caracol para entrar al Apartamento 302 del pasado.
Monstruo[]
Tiene la capacidad de subir y bajar por las paredes. Parece estar suspendido en el interior de un cuadro de metal, con una tela de carne podrida extendida y sujetada por las esquinas. Tampoco tiene rostro, como los Wall Man, y su estructura metálica puede subir y bajar apoyándose en unas barras que los mueven y así evitan los ataques de Henry Townshend. Hay varios en la sala, pero sólo uno de ellos es el original, La Única Verdad. Y es el único que recibe un daño verdadero causando que los demás desaparezcan. A raíz de su muerte, una versión más pequeña aparecerá en el Mundo del Apartamento, haciendo la misma función que los Wall Man hacían hasta entonces.
Estrategia[]
La Única Verdad ataca desde la pared, moviendo sus poderosas garras para derribar a Henry mandándolo bastante lejos. Sus ataques hacen mucho más daño que los del Wall Man. La mayor amenaza proviene de sus gemelos, que son casi inmortales y que también pueden dañar a Henry. Cuando La Única Verdad es golpeada, todos los demás también temblarán por el dolor. Hay un total de doce enemigos en la sala, siendo once los falsos gemelos y uno solo el verdadero, La Única Verdad. La sala es rectangular y está formada por cuatro pasillos, dos de ellos bastante largos y los otros dos con las puertas de entrada y salida. También cuelga una gran lámpara de estilo clásico de comedor de casa, las paredes parecen ser cortinas y hay un gran hoyo muy profundo en el centro donde a juzgar por el estilo de sala, podría ser el hueco de una gran mesa.
Simbolismo[]
La Única Verdad se podría considerar como el guardián de Walter Sullivan (su madre), que aparece justo antes del nivel final, cuando ya tiene que entrar Henry al apartamento 302 del pasado. También podría ser una representación de las retorcidas y magullantes "verdades" que La Orden extendía.